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Amantea

... preguntas y respuestas...

Me gusta leer.

Me gusta subrayar aquello que me ha llamado la atención y sobre lo que me gustaría volver para pensar sobre ello.

Me gusta compartir lecturas. Son como otra segunda lectura.

De esta segunda lectura compartida de un libro titulado "El Silencio" me encuentro con un relato budista que refleja lo que son estos días final de año... Días en los que uno tiene la sensación de "estar lleno" de cosas acabadas, de cosas pendientes, de respuestas, de preguntas... pero quizá con la sensación de tener que vaciar para seguir.

" Un pensador occidental muy importante de su época quiso viajar a oriente para aprender de un maestro Zen. Viajó miles de kilómetros y esperó varios días para poder mantener una entrevista personal con él. El hombre se sentó a la mesa junto con el maestro y, mientras un sirviente colocaba tazas de té delante de ellos, comenzó a hablar de sus éxitos al maestro, mencionando todos los títulos académicos que poseía y todos los libros que había leído.

El maestro permaneció en silencio mientras el hombre hablaba sin cesar de sus conocimientos, explicándole que quería ser su discípulo y aprender de él. El maestro Zen comenzó a servirle su taza de té llenándola hasta desbordarla, alcanzando el plato, ensuciando la mesa y derramándola sobre sus pies..

-Esta derramando té por todas partes -dijo el hombre, sorprendido.

-Eres como esta taza -le respondió el maestro Zen-. Estás tan lleno de tu conocimiento que ya no te cabe nada..."

Preguntas y respuestas. Preguntas con respuestas. Preguntas sin respuesta. Preguntas.

2 comentarios

Juana -

Vaciar para seguir, los armarios, las habitaciones, la casa .... la mente.

enrique gavilán -

Es imposible tener plenos conocimientos. Los títulos no dicen nada de una persona. Ni de su inteligencia ni de sus actitudes ni de su forma de ser o de entender la vida. Ni siquiera de su nivel de conocimiento. Sin embargo, vamos con nuestros títulos por delantes, títulos que, por otra parte, muchos de ellos ni siquiera son meritorios...
Preciosa metáfora, Elena.
Besos